¡Hola, herbívoros curiosos! Soy Carlota, vuestra vegana en armas, y hoy os traigo una receta que va a hacer que vuestras cucharas den saltos de alegría. Hablo de nada más y nada menos que la tradicional, la insustituible, la siempre reconfortante… crema de champiñones ¡Pero ojo! Con un giro vegano que os hará pensar «¿pero cómo vivía yo antes sin esto en mi vida?» Antes de que me preguntéis, no, no hay necesidad de adoptar una vaca para disfrutar de una buena crema (de eso me he asegurado personalmente). Así que ajustaos el delantal, que empezamos.

¿Por qué sustituir la crema de leche animal?

Antes de sumergirnos en la cocina, hablemos un poco de la elección de ingredientes. Algunos de vosotros podríais preguntarse «Carlota, ¿por qué te metes en estos berenjenales si con nata leche de vaca la crema ya está riquísima?» Bueno, aparte de que nuestras amigas las vacas nos lo agradecerán, resulta que la crema vegetal aporta sabores que complementan a los champiñones de una manera que os dejará boquiabiertos. Además, ¿quién dijo que echamos de menos los lácteos? Con las opciones que tenemos hoy en día, cada vez es más fácil ser un gourmet sin perder de vista la compasión y la sostenibilidad.

Selección de champiñones – Más allá del blanco

En la sección de hongos de vuestro mercado favorito, os daréis cuenta de que los champiñones vienen en todas las formas y tamaños. Sí, los champiñones blancos son los clásicos, pero ¿y si os digo que mezclar diferentes tipos puede dar como resultado una cacofonía de sabores digna de una ovación de pie? Probad con shiitake, portobellos, o setas de ostra para darle esos matices terrosos y una textura que ni os imagináis. ¿Un consejo? No temáis experimientar – la naturaleza es sabia y rara vez nos lleva por el mal camino.

El toque cremoso – Alternativas vegetales

Ahora bien, para conseguir esa textura sedosa sin la leche de vaca, tenemos un as bajo la manga: las cremas vegetales. Desde la crema de soja, pasando por la de avena, y llegando a la de anacardo (esta última la podéis hacer en casa, y os aseguro que es un juego cambia-cremas). Cada una de ellas aporta su personalidad al plato final, así que aquí el consejo es clásico: probad y decidid cuál os hace más felices. Por cierto, un truco es añadir un poco de puré de patata para obtener aún más cuerpo sin alterar el sabor. ¿Magia vegana? Quizás.

La importancia de las especias en la vida vegana

Si hay algo que he aprendido en mi odisea culinaria es que las especias son las verdaderas heroínas de cualquier plato. En esta crema de champiñones no nos quedaremos atrás. El tomillo y la nuez moscada bailarán un vals con los champiñones, mientras que el ajo y la cebolla serán el mejor soporte que podríamos soñar. Y un poco de pimienta negra recién molida, porque en este blog amamos lo picante (si es que se puede considerar picante).

Acompañamientos gloriosos – Porque a un buen plato le gusta la buena compañía

Al servir nuestra crema no estamos solos, nuestros queridos acompañamientos vienen al rescate. Desde crutones caseros hechos con pan integral y ajo hasta un toque de perejil fresco picado en la cima de ese monte cremoso. ¿Queréis algo más crujiente? Sabéis que en este blog siempre decimos «sí» a los frutos secos, así que unas almendras laminadas tostadas serán la guinda del pastel.

¡A compartir se ha dicho!

Después de este viaje por los entresijos de la crema de champiñones vegana, os invito a poner a prueba la receta y a hacer vuestras propias variaciones. ¿Tenéis algún secreto personal para hacer esta crema aún más especial? ¡Compartid vuestras ideas o dudas en los comentarios! Si os ha entrado el hambre solo de leer, imaginaos cocinando. Y por cierto, si alguna parte de la receta no quedó clara o si os ha surgido alguna consulta, dejadme un comentario aquí abajo. ¡Hagamos de este espacio un festín de ideas y sabores!

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